Desenterrar el cuerpo
Desenterrar mi cuerpo y su memoria
Enterré mi cuerpo durante mi infancia
Lo boté en un monte y olvidé el camino de regreso
Ahora camino en la playa
se me aparece una silueta en la arena,
la ignoro,
dejo la silueta sola y sepultada.
Entre el monte y la playa solo recuerdo la mitad de lo que enterré
Ahora vuelvo a ese espacio medio del recuerdo tedioso,
donde las piedras en los ojos cubren la garganta.
Desenterrarme es un trabajo,
puede durar una vida o más.
Requiere de una meticulosidad obsesiva,
dentro de un enfoque borroso
Las olas cambian la forma y el camino constantemente,
la espuma se desvanecen en un tiempo que ensancha mis dedos, escarbar imágenes a vuelto rocosas mis manos.
El dolor en el cuerpo me recuerda que mi trabajo no ha terminado.
Seguir mi rastro me ha sumergido en un espiral claustrofóbico.
Podría perderme pero mis manos, mis manos me anclan, se aferran a la tierra y
escarban. De alguna forma el desenterrar me concentra, calma mi cuerpo como una
caricia constante.
Una caricia. Una. Constante.
Caricia. Espuma. Polvo.
Un remolino de polvo llenó de piedras mis ojos y en un parpadeo las formas
desaparecieron.
Los recuerdos estaban vivos. Se escondieron como cangrejos fantasmas.
Son los cangrejos los que dejaron los huecos. Sigo escarbando.
Escarbar con las manos me mantiene viva, me recuerda mi cuerpo.
Desenterrarse es la acción de una intención.
Tal vez busco una opción, la de decidir mi propio duelo.